Elecciones presidenciales de EE. UU. de 2024: ¿Puede la inteligencia artificial influir en las elecciones?
Las elecciones estadounidenses siempre han sido escenario de grandes innovaciones estratégicas, confrontaciones ideológicas y, en los últimos años, avances tecnológicos significativos. La intersección de la tecnología y la política ha visto cómo su influencia crece de manera exponencial, planteando preguntas cruciales sobre la integridad de las elecciones. A lo largo del mundo, las preocupaciones sobre el poder potencialmente desmedido de lo digital sobre la democracia se han vuelto cada vez más evidentes. Desde la interferencia extranjera en los procesos electorales hasta la difusión de desinformación a través de las plataformas de redes sociales, las naciones enfrentan desafíos sin precedentes para preservar la integridad de sus sistemas democráticos. La facilidad con la que la información puede ser difundida, manipulada o incluso creada plantea serios problemas sobre la capacidad de los votantes para tomar decisiones informadas.
Las campañas estadounidenses previas frente al poder de lo digital
Para entender las preocupaciones que pesan sobre la próxima elección presidencial estadounidense, es esencial recordar el escándalo digital de la elección de 2016, un escándalo que también sacudió a una de las empresas más influyentes de nuestro mundo digital cuando el caso Cambridge Analytica reveló al mundo la magnitud de los riesgos asociados al uso de datos personales en el ámbito político. Revelado por The Guardian y The New York Times, y presentado en un documental por Netflix, este caso que salpicó tanto a la Casa Blanca como a Facebook reveló al mundo entero el poder algorítmico de las plataformas y su capacidad para manipular el acceso a la información. Cambridge Analytica, una empresa cuyo lema es “Los datos dirigen todo lo que hacemos” y especializada en el análisis de datos digitales a través de la psicología del comportamiento, habría jugado un papel considerable en el marco de la elección. Aunque se define como “una organización no partidista”, fue contratada por Donald Trump durante su campaña y está acusada de haber utilizado datos de 30 a 70 millones de usuarios de Facebook, recopilados sin su consentimiento, para fines de espionaje político o difusión intencionada de información falsa. Con estos datos, se acusa a sus clientes de haber influenciado las intenciones de voto de los internautas.
En el seguimiento de este caso, la elección de 2020 mostró nuevamente el poder de lo digital en su capacidad de influencia. Mientras los resultados de las elecciones mostraban una victoria para Joe Biden, el presidente saliente Donald Trump y sus partidarios lanzaron una serie de alegatos infundados sobre fraude electoral, en gran parte amplificados y propagados por las plataformas digitales. Grabaciones posteriores revelaron que Trump había solicitado a funcionarios electorales “encontrar” suficientes votos para revertir los resultados a su favor. Estas alegaciones, que condujeron a su acusación por intento de manipulación de la elección, subrayan el impacto desmesurado de lo digital en las cuestiones electorales y muestran cómo los actores políticos pueden potencialmente explotar estas plataformas con fines malintencionados, poniendo en riesgo la integridad del proceso democrático.
La irrupción de la IA: una nueva frontera en la manipulación electoral
En 2024, una nueva amenaza pone en riesgo la integridad del proceso electoral: el ascenso vertiginoso de la inteligencia artificial (IA) se posiciona en el centro del escenario político estadounidense, generando preocupaciones sobre su capacidad para influenciar a los votantes.
Herramientas de IA, que anteriormente eran dominio exclusivo de círculos de investigación, ingenieros o desarrolladores, ahora se encuentran al alcance de todos, muchas veces de manera gratuita. La democratización de herramientas generativas de IA como ChatGPT o Midjourney ha simplificado la creación y distribución de contenidos falsos hiperrealistas, incluyendo voces, imágenes y vídeos conocidos como “Deepfakes”, producidos en cuestión de segundos. Así, hemos podido ver al Papa paseando por las calles vestido con un anorak de Gucci, a Emmanuel Macron entre las filas de CRS durante una manifestación contra la reforma de las pensiones, o a Donald Trump esposado. Paralelamente, las amenazas externas continúan en aumento. La habilidad de la IA para generar Deepfakes abre las puertas a una intervención y manipulación sin precedentes. Organizaciones extranjeras o incluso gobiernos podrían, teóricamente, utilizar la IA para impersonar a políticos estadounidenses, creando confusión entre los electores y minando la confianza en el proceso democrático.
Pues la amenaza digital no se limita a la mera difusión de información falsa. La irrupción de algoritmos avanzados permite una selección precisa de votantes, intensificando así el impacto de la desinformación y la manipulación de opiniones. Cuando los votantes se ven inundados de información errónea que parece verídica, sus decisiones electorales podrían verse influenciadas.
Los candidatos y sus partidos también están implicados, y el actual panorama político ofrece ejemplos alarmantes del uso de la IA. Figuras destacadas, como el expresidente y candidato Donald Trump, ya han difundido contenido generado por IA, y el Comité Nacional Republicano ha reconocido el uso de herramientas de inteligencia artificial para crear anuncios, subrayando la creciente adopción de esta tecnología por parte de los principales actores políticos.
Una carrera legislativa
Ante estas amenazas, se vislumbra una respuesta legislativa. Aunque se están considerando propuestas para regular el uso de herramientas de inteligencia artificial en campañas, el reto es colosal, dado que la velocidad del cambio tecnológico podría sobrepasar la capacidad de actualización del marco regulatorio. La congresista de Nueva York, Yvette Clarke, ha manifestado su preocupación por el potencial de la IA para incitar a la violencia y ahondar la división en la ya polarizada sociedad estadounidense.
Con las elecciones presidenciales de 2024 aproximándose en un contexto geopolítico extremadamente tenso, la creciente amenaza de la inteligencia artificial y la desinformación no puede ser ignorada. Para asegurar la integridad del proceso democrático, será crucial una combinación de vigilancia, educación y legislación adecuada.
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