Regulación de la IA: ¿Están en peligro la innovación y la competitividad?

A finales de junio de 2023, más de 150 líderes de las empresas más importantes de Europa firmaron una carta abierta para advertir a los legisladores de la Unión Europea que la regulación propuesta sobre inteligencia artificial podría perjudicar la competitividad de la UE. Entre los firmantes se encontraban el líder aeronáutico francés Airbus, el gigante cervecero holandés Heineken y la esencial empresa alemana Siemens, entre otros.

Similar al RGPD, la Ley de IA, prevista para ser promulgada este año, se diseñó como una regulación horizontal. Su propósito es regular cualquier sistema de inteligencia artificial que interactúe con el mercado europeo, sin importar dónde se haya establecido la plataforma. Con un enfoque basado en la gestión de riesgos, establece una serie de obligaciones legales y técnicas de acuerdo con el nivel de riesgo asociado al producto o servicio de IA. Incluso ciertos usos de la IA están completamente prohibidos.

El ámbito de esta ley es extenso y afecta a muchos sectores económicos, como servicios financieros, educación, empleo, IA industrial, dispositivos médicos, industria automotriz y entretenimiento. Aunque se reconoce ampliamente la importancia de regular la IA, la implementación de normativas excesivamente estrictas presenta riesgos dignos de discusión.

Barrera a la innovación

Un riesgo significativo de una regulación demasiado estricta es que podría frenar la innovación. Investigadores y empresas necesitan libertad para experimentar y desarrollar nuevas aplicaciones de IA. Si las regulaciones son demasiado limitantes, podrían entorpecer el desarrollo de nuevas tecnologías y aplicaciones de IA, especialmente en el sector de la salud, donde los avances terapéuticos recientes han sido impulsados considerablemente por la IA.

Pérdida de competitividad

Ante restricciones regulatorias severas, las empresas podrían optar por trasladar sus actividades de investigación y desarrollo a regiones con regulaciones más favorables para la innovación.

Esta reubicación podría resultar en una fuga significativa de talento e inversión, desestabilizando el ecosistema local y debilitando la posición competitiva de la región de origen en el ámbito global de la IA. Además, esta redistribución geográfica de las actividades de IA podría exacerbar las disparidades entre regiones, reforzando a los “centros” de IA ya poderosos y limitando la diversidad e innovación a nivel mundial.

Acceso desigual a la tecnología

Las pequeñas y medianas empresas (pymes) e investigadores independientes podrían verse afectados por restricciones regulatorias demandantes y costosas, lo que haría que la tecnología fuera inaccesible para quienes no disponen de los amplios recursos de las grandes corporaciones.

Tal regulación podría incrementar la brecha digital entre los actores más grandes y poderosos, que podrían continuar utilizando y beneficiándose de la IA, y los actores más pequeños, que quedarían rezagados.

Aplicación ineficaz de las leyes

Una regulación demasiado compleja y minuciosa puede complicar su implementación y cumplimiento. Los reguladores pueden tener dificultades para seguir el ritmo de la evolución rápida de la IA y adaptar las leyes adecuadamente.

Seguridad y ética

Finalmente, aunque la regulación busca minimizar los riesgos relacionados con la IA, una regulación excesivamente estricta podría, paradójicamente, incrementar ciertos riesgos. Por ejemplo, si las regulaciones desalientan el uso de tecnologías específicas de IA, las empresas podrían recurrir a tecnologías menos seguras o éticas.

Aunque es necesaria la regulación de la IA, encontrar el equilibrio correcto será crucial para asegurar un acceso justo al mercado, proteger a las personas y a la sociedad en general, permitiendo al mismo tiempo la innovación y el progreso.

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